-Editorial . es

metropolis femmemetropolis robotA crisis extraordinaria, revista nada ordinaria. Maelstrom, publicación de número único, ha nacido de la necesidad de comprender los envites de lo que habitualmente se llama «crisis». Mediante el libre juego de la reflexión y del debate, y bien alejada de los partidos políticos, reúne análisis de colectivos y personas animadas por la voluntad de socavar los discursos convencionales sobre el curso de los acontecimientos. Y así alimentar la crítica de las y los que no se resignan a agachar la cerviz, de quienes rechazan ser reducidos a simples mercancías negociables en el mercado del trabajo y que se empeñan en atizar el deseo de transformación social.

Maelstrom, que aparece en varias lenguas, es un espacio de intercambio transnacional, pues se trata de entender las convulsiones actuales y pensar la transformación del mundo más allá de los marcos, demasiado estrechos, nacionales. La intención aquí es examinar a la vez en las consecuencias sociales de la crisis, los planes de pauperización llamados de austeridad, así como las luchas que les han hecho frente estos últimos años en toda Europa. Luchas en las que han participado los colaboradores de Malestrom desde Atenas, Barcelona, Lille, Murcia, Paris, o desde Alemania o Portugal.

Está en juego algo de la mayor importancia mientras no dejamos de constatar la ineptitud de los políticos y de sus portavoces mediáticos para entender o dar cuenta de la naturaleza de esta crisis. Estamos inmersos en una lluvia de cifras, de gráficas y de previsiones contradictorias sin que se plantee el cómo y el por qué hemos llegado aquí. Sólo se señala como origen del mal la marejada de una finanza codiciosa e inmoral. Los planes de salida de la crisis no insinúan sino un poco de moralidad para una hipotética vuelta al estado anterior… ¡El mismo que nos ha conducido a la situación presente!

En ruptura con los discursos impregnados de nacionalismo, los textos aquí reunidos parten de una constatación común : esta crisis no es el resultado de una mala gestión de las instituciones financieras, de una mala provisión de algunos gobiernos o del pillaje de algunos países sobre otros. Esta crisis es el producto de la dinámica capitalista.

Actúa como un revelador que pone en evidencia la violencia estructural del sistema. Exacerba el movimiento contradictorio por el cual la acumulación de capital es acumulación de pobreza. Es la hora de la depuración, por un lado, con las fusiones y megafusiones de empresas y, por otro, el empobrecimiento de la población que permita una rebaja del coste del trabajo. Lo que entonces era subyacente, aparece ahora de manera límpida: el poder está en la economía. La economía es directamente política. Y el circo político ya no consigue disimular su vacuidad.

Comprender los mecanismos de la crisis se convierte, entonces, en una necesidad para entender la transformación de la relación social, entorpecer la propagación de la guerra entre explotados, este canibalismo social tan útil a los poderosos, entender lo que impregna el conjunto de luchas –como las huelgas defensivas de los asalariados, las luchas por la vivienda, las de la inmigración, o contra la represión, pero también las vinculadas al género, al antifascismo o al medio ambiente. Y para ir a contracorriente de la razón económica, estando receptivos a lo imprevisible y a lo desconocido.

La palabra «crisis» no tiene sino una connotación negativa. En su orígen, la palabra latina crisis («fase decisiva de una enfermedad») había sido prestada del griego krisis que designa el juicio, la adopción de una decisión importante. Remite a un momento crucial ante el cual hay que tomar una opción.